Historia, raza y cultura

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DOS ZONAS BIEN DIFERENCIADAS


Si bien ambos países mantienen cierta homogeneidad cultural lo cierto es que no pensábamos encontrar tantas diferencias. Fuimos sin una idea clara de lo que ser vietnamita o camboyano significaba, sin profundizar demasiado, solo con las imágenes enlatadas de lo que ves en la tele. Esa ignorancia ha cambiado.
Desde luego mantienen muchas similitudes, por ser países vecinos y haber sufrido, a lo largo de su historia movimientos poblacionales en uno u otro sentido; pero Vietnam y Camboya se diferencian en algo mas que en el nombre.


LA RAZA, EL RIO Y LA ECONOMIA


Al margen de las diferencias religiosas, a las que hemos dedicado un capítulo aparte, lo que salta a la vista en el momento de cruzar la frontera es la raza, los vietnamitas tienen rasgos típicamente sur-asiáticos, baja estatura, ojos razgados, cabello lacio y oscuro, piel algo más oscura que chinos y japoneses. Pero esta fisionomía cambia radicalmente en Camboya. Los camboyanos perteneces a una raza distinta, la raza Khemer (Jemer). Son algo más altos y tienen la piel más oscura, con un cabello más denso, desordenado y oscuro. Un cabello que les estrecha muy característicamente la frente. Sus rasgos faciales son más angulosos y marcados, no tan delicados como los vietnamitas, me atrevería a decir que más próximos a los occidentales.

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Incluso en lo referente al carácter el Camboyano nos pareció menos tímido y más desconfiado que el vietnamita (pero es una impresión subjetiva que tiene que ver con experiencias puntuales de las que no se puede extraer una regla).

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Al margen de esto, otras diferencias se nos hicieron evidentes al pasar de un país a otro. Veníamos siguiendo el Delta del Mekong, donde la vida gira en torno al río. Todas las casas están construidas sobre palafitos…

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…y hay cientos de puentes de diferentes tamaños (desde pasarelas de madera a un puente colgante de 14 kilómetros).

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El Mekong se deshilacha en cientos de derivaciones que condicionan el terreno. Pero aun estando el río tan presente, está controlado, encauzado en canales y acequias, hay puentes y transbordadores por todas partes, ha sido perfectamente asimilado y te acompaña, o aparece y desaparece, pero nunca entorpece la marcha. El habitante del delta ha desarrollado todo tipo de habilidades para explotar el río: mercados flotantes, piscifactorías por todas partes, junto al camino y, por supuesto, la pesca.

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Nos llamó muchísimo la atención el modo en que mantienen el pescado vivo hasta el momento de la venta, de modo que los mercados estaban llenos de palanganas con sus aspersores de aire para mantener al pescado fresquito y coleante.
En Camboya, aunque nos alejamos del río, el agua seguía estando presente… pero de un modo distinto. No estaba encauzada sino que lo ocupaba todo. Había inmensos campos de arroz y largas planicies sin cultivar que habían sido anegadas. No cruzamos un puente en varios días y la sensación de desolación era enorme. En Vietnam habíamos visto cultivos arroz, pero no tanto como en el sur de Camboya, donde parecía ser la actividad principal. Había gente metida en el barro plantando o preparando la tierra, pero también había maquinaria para la cosecha.


Luego, a medida que avanzábamos hacia el norte y nos acercábamos al Lago Tonle Sap, la pesca volvía a hacerse presente pero nos pareció que era una pesca distinta, a modo de subsistencia. Pequeñas redes sujetas con botellas de plástico en cada resquicio del río y en las chozas, montadas sobre palafitos. No vimos piscifacorías sino a los pescadores limpiando los pequeños peses que atrapaban. Separaban la carne de la piel para ponerla a secar o procesarla del modo que fuera. En cualquier caso, una pesca más rudimentaria y mucho menos desarrollada que la vietnamita.

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Por otro lado, también llamó nuestra atención en Camboya la aparición de la ganadería. En Vietnam habíamos visto cultivos de Pitaya y otras verduras y frutas que desconocíamos, pero ningún tipo de ganadería. En Camboya empezamos a ver bueyes y vacas famélicas, en los campos y a los lados de la carretera, solas o guiadas por un pastor, en poca cantidad pero presentes.

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ARQUITECTURA Y URBANISMO


Otro aspecto que llamó mucho nuestra atención al cruzar la frontera fue la presencia de Templos (ver sección Religión). De pronto aparecían por todas partes, brillantes y majestuosos, como si cada pueblo, por minúsculo que fuera, dispusiera del suyo. No somos expertos y no encontrábamos diferencias entre unos y otros, por lo que todos nos parecían iguales incluso en tamaño. Y aunque por lo general estaban vacíos, el fervor religioso de la población estaba presente, pues muchas casas disponían de su pequeño altar o de un pequeño templo en la entrada.

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Las carreteras secundarias cambiaron, en Vietnam estaban hechas de cemento y en Camboya de tierra (aunque en bastantes buenas condiciones) y la arquitectura también.


La mayor parte de las casas en la zona rural del delta, salvo aquellas que estaban construidas sobre el río, eran de cemento y parecían bastante sólidas. Estaban construidas sobre columnas y la fachada, generalmente, estaba alicatada con azulejos. De cuando en cuando, en el sitio menos inesperado, habían construido un chalet de un tamaño desproporcionado. La alta de las plantas era enorme y estaban decorados con un estilo ecléctico que combinaba detalles orientales extraídos de los templos con la simple ostentación. Azulejos muy llamativos, molduras y balaustradas muy recargadas.

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Las construcciones en Camboya, siendo mucho más humildes, guardaban cierta armonía y conservaban el buen gusto por lo autóctono. Sencillos palafitos con paredes de madera o de chapa, pintados de forma sencilla, con grandes porches cubiertos en la entrada donde transcurría la vida.


NUESTRA VISION DE LA HISTORIA


En lo que sí parece que se encuentran hermanadas estas dos sociedades y estas dos razas, es en el sufrimiento, en el modo en el que han sido sometidas y torturadas a lo largo de la historia. De modo sencillo y escueto la idea que nos ha quedado es que lo primero de todo fueron los Khemeres. Una raza que constituyó un imperio y construyó los mayores templos que se conocen. Una construcción que debió significar esclavitud, sometimiento y dolor… porque no hay otra forma de construir algo tan grande en tan poco tiempo y bajo unas condiciones climáticas tan adversas. Luego viene la colonización francesa y la unificación bajo el nombre de Indochina, y aún estando los franceses sobre el terreno, la invasión japonesa en tiempos de la segunda guerra mundial.
Con el final de la gran guerra se alteran los equilibrios y resulta una situación de inestabilidad de la que se sale, como no, con más guerra. El sentimiento independentista y la necesidad de sacudirse a los poderes exteriores genera la aparición de partidos extremistas. En Vietnam los comunistas, comandados por Ho Chi Minh y apoyados por China y la URSS, atraen la atención de los EEUU. Ello desemboca en la ruptura del país y la famosa guerra civil que tantas veces hemos visto representada en el cine. Pero después de haber pedaleado por sus campos y haber visto las condiciones en que viven hoy, uno se pregunta por las condiciones en las vivirían en aquellos tiempos de guerra ¡hace 40 años! ¿Cómo puede esta pobre gente haber sido la viva representación del mal? Nos resulta inimaginable y, si acaso es posible, debe serlo por la humillación, el abuso y el dolor al que fue sometida.
Durante la guerra, y debido a los continuos bombardeos, buena parte de la población vietnamita huyó hacia Camboya. Esto desencadenó bombardeos en la zona y que los camboyanos sufrieran también la ira americana. De ahí a la aparición de Pol Pot y el movimiento de los Jemeres Rojos hay solo un paso. El país se aísla del mundo y se produce uno de los mayores genocidios que se conocen. Paradójicamente es también Vietnam quien, después de ganada su propia guerra, restablece el orden en Camboya. Invade el país y derroca a Pol Pot, un movimiento tras el que, después de tiras y aflojas internacionales, se restablece la monarquía y llega un cierto grado de paz y de orden.

HOY


Todo aquello parece olvidado. Salvo algunos museos que lo conmemoran la vida transcurre a un ritmo lento y sereno. Las calles de las grandes ciudades, eso sí, tienen un ritmo frenético con bocinazos y cruces imposibles pero, ni siquiera en esas situaciones extremas, te transmiten un ápice de agresividad. El transcurso del día a día, acaso por el calor, se percibe empapado de aceptación y ni siquiera nosotros, que pasamos por las puertas de sus casas en nuestras bonitas bicicletas, parecemos perturbar esa alegre quietud, ni provocar ningún tipo de frustración o resentimiento. Solo hemos recibido cariño.
La unidad familiar, el hogar y la empresa parece todo una misma cosa. Las familias viven en torno a su negocio y la estructura familiar parece sólida y las relaciones estrechas.
Los niños van y vuelven del colegio en sus bicicletas y no dejan de mirarnos y saludarnos con una sonrisa, como una novedad salida de la gran pantalla. Nos ha llamado mucho la atención la densidad de colegios en el Delta del Mekong, donde la presencia de niños en uniforme, camino del colegio en sus bicicletas, muchas veces eléctricas, es una constante a todo lo largo del camino.

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Una densidad que disminuye en Camboya, donde ves niños camino del colegio pero también niños sin escolarizar, trabajando o simplemente en la calle, jugando medio desnudos.

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Los adultos también tienen sus refugios de ocio más allá del hogar. Bares en los que cuelgan decenas de hamacas. Nos llama la atención que rara vez la televisión está presente, solo dejar pasar el tiempo columpiándose o simplemente dormidos.

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Los Karaokes son una opción más entretenida y ruidosa. Están presentes en ambos países y no pasan desapercibidos. Puedes oír la estridente interpretación del cantante a cientos de metros de distancia porque tienen cierto componente exibicionista, y colocan unos altavoces enormes junto a la calle.


En la ciudad o en el campo estos Karaokes llaman la atención por su estruendo, igual que las bodas. De pronto, junto a la carretera, no importa lo transitada y ruidosa que sea, han montado una carpa bajo la cual celebran la ceremonia y el banquete. De nuevo altavoces enormes y música a todo volumen. Gente comiendo y charlando a la vista de todos, mientras la vida que transcurre, imperturbable, a escasos metros.

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